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Un pibón de película para un fracaso de cine
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Desde que algún ministro fijó la edad de consentimiento sexual a
13 años, el personaje que ha intentado las estrategias más burdas para
ampliar sus posibilidades de mojar, ha sido mi amigo el Italiano. Al
Italiano no lo llamamos así por falso, ni por baboso, ni por pesado,
que lo es, y mucho. Lo llamamos así porque el menda siempre va
diciendo que tiene mucha pasta... Sin embargo, el tío está pelado.
Ahora, con la crisis, en vez de bajar la basura, la sube...
Pero es que a la par que mentiroso, es muy optimista. Es de los
que si la vida le da palos, él se hace una cabaña. Así que no sabemos
cómo lo hace, pero siempre se codea con gente de dinero. Gente con la
que le une una relación desinteresada, puesto que él nunca tiene
interés en pagar nada... Y como se mueve con famosillos, siempre lo
vemos con la típica tía medio loca. Pero, como no, él dice que las
prefiere locas a cuerdas, porque las cuerdas, atan.
Pues el caso es que hace poco ha llegado un pibón a vivir al
barrio. Según parece se llama Lidia, pero ya la conocemos por la
Sartén, porque te coge del mango y se te fríen los huevos. Todos
estamos detrás de ella, pero el muy sucio del Italiano, le empezó a
comer la oreja, a cuento del éxito de Penélope Cruz en los Oscar, y le
dijo que era director de cine y que buscaba a alguien con su perfil
para hacer una película... Y es que otra cosa quizá no, pero la Sartén
hasta con burka tiene un perfil de cine... más de cine porno, pero de
cine al fin y al cabo.
Hasta entonces, la única relación que había tenido el Italiano con
el cine, fue la vez que lo llevamos para que se presentara a un
festival de cortos... pero descubrimos tarde que aquello trataba de
películas. Y es que tal y como es él, no niega que la tenga pequeña,
pero dice que es por lo gastada. Y por mucho que hable, lo cierto es
que el tío no se come un rosco. Normal, con ese tripón, el único
atractivo que tiene se lo proporciona la ley de la gravedad. Además,
usa menos champú que Melendi. El tío es un auténtico cerdo: el día que
National Geographic descubra el ecosistema que tiene en las uñas,
grabará documentales para emitir en abierto durante mínimo dos años.
Millones de cebras y ñus engrosarán las listas del paro. Y es que en
su casa, el agua, como la electricidad, es alterna: raro es el mes que
no se la corten por falta de pago...
La estrategia del Italiano se veía de lejos. Él mismo escribiría
el guión de la película, y estaba claro el hilo argumental. A su lado,
una película de Almodóvar iba a parecer el especial de Navidad de los
Lunnis. Se emocionó al descubrir que los grandes directores suelen
hacer un cameo en sus propias películas, pero no pilló bien el
concepto. Su película, "El arte de Lidia o Hasta el toro, todo es
rabo", era ni más ni menos que un pornodrama musical. Con pasodobles
de fondo, él y la Sartén, desnudos, representaban una especie de
alegoría del toreo: él hacía el papel de toro, ella lo esperaba a
porta gayola, y todo terminaba con una estocada -bastante poco
metafórica- del toro a la matadora... Básicamente, una especie de
espectáculo musical taurino contranatura donde las cosas iban al
revés... excepto la corrida, que era de las de toda la vida.
Tenía pensado grabarlo en el salón de su propia casa. Y para darle
un puntillo glamuroso al asunto antes de que apareciera la Sartén, se
perfumó la churra con unos chorritos de Ambi Pur, llenó la casa de
velas y se echó laca como si la fueran a prohibir mañana. Craso error.
Porque el Italiano, pensando en la escena final, estaba más nervioso
que un Gremlin en la Expo del agua de Zaragoza y se descuidó con el
tema de las velas. Y con ese peinado de los clicks de Famobil que se
había hecho a base de laca de 98 octanos, para no despeinarse ni con
el huracán Katrina, al primer despiste se le pegó fuego y rápidamente
se propagó por las cortinas, la alfombra, y el Ambi Pur hizo el resto.
Mira tú por donde, al final consiguió meterla en caliente.
Le habían vuelto a cortar el agua, no se sabe si por falta de pago
o de uso, así que para apagar el fuego tuvo que usar todo lo líquido
no inflamable que tenía en casa: cervezas, bricks de sopa, ketchup, el
bote de lavavajillas que tenía guardado junto a las botellas de vino
de gran reserva, sólo para grandes ocasiones... Cuando acabó, al
Italiano se le había quedado la cabeza tan chamuscada que parecía un
hijo de Bill Cosby, si bien, a juzgar por la churra, quedaba claro que
no era un digno miembro de esa familia. Y el salón de su casa era una
mezcla entre Aznalcóllar y el festival de Woodstock el día que llovía.
Pero no todo se perdió, porque el Italiano había comenzado a rodar
el "cómo se hizo" mientras preparaba todo. Y lo presentó como un corto
en el festival de cine alternativo y para ciegos de Wichita, con el
título "Miedo y Asco en Las Vergas". Y oye, premios no se llevó
ninguno, pero fue el indiscutible ganador de la mención de honor a sus
muertos y la paliza especial del público...
Nos vemos en los bares,
El infame equipo de SetaLoca
info@setaloca.com
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