miércoles, 3 de septiembre de 2008

Calcetines Blancos

Son las 6.30 de la mañana.


Me despierto. Ninguna luz entra hoy por la ventana, está todo oscuro. Abro los ojos lentamente mientras escucho un ruido, el cantar de un gallo. Es un ruido lejano pero agudo, metalizado y estridente. Estoy adormecido pero enseguida reacciono. Apoyo mis manos contra la cama y me impulso instintivamente para apagar el despertador. - Nadie debe despertarse. - Susurro.


Abro la puerta de mi habitación y observo sólo oscuridad. Vacilo. Tras unos segundos me deslizo torpemente por el frio pasillo hasta el lavabo, palpando las paredes para guiarme. Enciendo la luz y un estallido invisible me ciega. Vuelvo a abrir los ojos lentamente y veo en el espejo una versión de mí, pero más borrosa, despeinada y sudorosa.
Abro el grifo y me lavo la cara. El agua fría despierta mis sentidos poco a poco. - Estoy empapado de sudor, debería ducharme. - Pienso.


Salgo del lavabo y camino por el pasillo, otra vez oscuro, otra vez frio. Tanteo la pared hasta el baño. Entro, me quito la ropa y me meto en la ducha. Con la cabeza baja y mirada perdida, apoyo una mano en la pared. Enciendo el grifo y dejo que el agua fluya por mi cuerpo. No me muevo. El agua empapa mi cabeza, mis hombros y se precipita por todo mi cuerpo. Se mezcla con el sudor de las pesadillas de esta noche. Me froto lentamente con la esponja, eliminando toda impureza de mi cuerpo. -No me puedo entretener. - Pienso.


Salgo de la ducha y me seco mientras noto el suave tacto de la toalla recorriendo mi cuerpo. Abro la puerta y un escalofrío me sube por la espalda. Hace frío. Observo otra vez el oscuro pasillo, esta vez más sombrío debido al vapor que sale del baño. Otra oscuro, con una fría brisa que me acompaña hasta mi habitación. -Cierra la puerta, la luz puede molestar a alguien.


Noto por primera vez una sensación de calor. La cama que tanto me ha arropado, mantiene aún mi temperatura corporal. Me quito la toalla y ya no siento frío ni la oscuridad del pasillo, tres grandes focos me alumbran. Me pongo la ropa interior y los pantalones de traje. Pantalones negros con rallas grises. - Ya casi es la hora de partir.


Me dirijo al armario, descalzo, notando el cálido parquet bajo mis pies. Selecciono una camisa de manga corta, cualquiera, no importa. Me entallo la camisa y abrocho los botones, mientras noto como se humede por mi espalda mojada.
Selecciono una corbata a juego. Una que no destaque pero que tampoco pase desapercibida. Me la pongo alrededor del cuello. Una vuelta, un lazo, otra vuelta y listo. No está demasiado corta ni demasiado larga.- Apúrate.


Me acerco aún descalzo a los cajones y selecciono unos calcetines a juego. Me los pongo torpemente, los pies aún están humedos. Me siento en una silla cómoda y cojo el zapato izquierdo. Negro, brillante.
Me lo calzo, estiro de los cordones. Un nudo, dos lazos y estiro. - Algo no va bien - me extraño. -¿Calcetines blancos? Creía haberlos cojido a juego, negros, como siempre... ¿Cuando yo he...?


Me descalzo desconcertado y me visto con los calcetines correspondientes. Calcetines negros. Repito el ritual de los cordones y los ato con premura.
Salgo de la habitación y me dirijo al lavabo. Ahora el pasillo ya no es frio, ni oscuro, pues la luz que entra desde mi habitación me muestra claramente el camino. Abro la puerta y me miro en el espejo. Me cepillo los dientes mientras pienso con una mirada vacía cómo ha podido ocurrir... Me enjuago la boca y me vuelvo a mirar en el espejo. Sereno, me peino y me pongo colonia. No para mí, pues yo no huelo, pero sí para los demás... - Pero para quién? Como sé si me huelen? Cómo sé que el olor no desaparece al salir de esta habitación?


Me miro en el espejo por última vez. Traje negro, camisa y corbata a juego, pantalones negros, calcetines y zapatos negros. Todo perfecto. Salgo de casa y sostengo las llaves fuertemente. La cerradura está dura. Forcejeo hasta que al final cierra. Me guardo las llaves en el bolsillo y abro la puerta de la calle con las manos entumecidas por el esfuerzo.


Miro hacia fuera. Un día oscuro y frío. Otro escalofrío recorre mi espalda. No hay nadie, la calle está totalmente desierta. Camino. No se oye nada, nada excepto mis pasos... Mi cuerpo se para de golpe, alertado. He ido hacia la derecha cuando debería haber seguido el camino de la izquierda. Me paro y pienso...


-Por qué... ¿Por qué calcetines blancos?


2 comentarios:

Anónimo dijo...

genial redactat però... extrany, un text bastant extrany xD

SnyperWolf dijo...

Dady, te han hackeado la cuenta de blogspot y se ha colado un escupe cuentos, cambia la contraseña cuando puedas ;)
Fuera coñas, curioso texto en este blog, pero ta guapo. Eso si, no has tocado los temas más peliagudos de los calcetines...porque siempre queda uno impar?en algún lugar de mi casa hay una montaña de calcetinas abandonados, estoy seguro. Ah, y son blancos :D